Nadie sabe qué pasa con las princesas acaba el cuento. Seguramente nos sorprenderíamos al leer todas las segundas partes que no han sido escritas, porque las historias continúan y no es verdad que nos pasamos la vida comiendo perdices.
Una sala de espera. Un horno a 200 grados. Una máquina de escribir. El sonido de unos zapatos de tacón. Una cuerda umbilical. 250 g de harina de trigo. Un trapecio envejecido. Dos cabellos trenzados. Una mesa, un taburete, un florero, una rosa. Un mundo ideal.
MASA MADRE nos evoca aquello que nos mantiene vivos, en constante desarrollo, cuestionando si el destino de las personas es nacer, reproducirse o no y envejecer hasta morir.